La transformación digital requiere una serie de retos que las empresas afrontan cada vez con mayor eficacia. De hecho, cuando se enfrentan a nuevos problemas, hay espacio para la flexibilidad y la adaptabilidad que instan a las empresas a cambiar su organización hacia algo que incluya más que un método de gestión. Sólo así podrá hacer frente a las exigencias de un mundo en constante cambio. Y ésta es también una forma de generar mayor eficacia. Una de las mejores maneras de que las empresas se adapten es precisamente la gestión híbrida de proyectos.
¿Qué es la gestión híbrida de proyectos?
Los proyectos híbridos, o el término “híbrido”, es algo que puede relacionarse fácilmente con los tiempos modernos. Al fin y al cabo, el trabajo híbrido es una tendencia creciente en las empresas y que ha adquirido una enorme dimensión tras el inicio de la pandemia del Covid-19. De hecho, el cierre de establecimientos habrá tenido un impacto significativo en la vida de las empresas y habrá hecho imprescindible el trabajo a distancia… que se convertirá en una tendencia.
Sin embargo, la gestión híbrida de proyectos es algo diferente. De hecho, se ha estudiado durante varias décadas, mucho antes de que se imaginara una nueva pandemia. De hecho, varios académicos habían estudiado esta cuestión mucho antes. A partir de los artículos elaborados, la definición que puede resumirse es que se trata de un estilo de gestión de proyectos que combina varios enfoques de gestión convertidos en una única metodología. En otras palabras, incluye varios procesos de gestión que desembocan en uno solo. Puede sonar un poco a Frankenstein, pero tiene más flexibilidad que el monstruo creado por Mary Shelley en 1931… y es, sobre todo, más ágil.
Método ágil
El término “ágil” se asocia a algo que es rápido, algo que se mueve con ligereza y a lo que le resulta fácil esquivar los obstáculos a los que se enfrenta. Ahora bien, si una empresa adoptara una forma corpórea homogénea, sin duda no le importaría que fuera ésta.
Aquí es donde entra en juego la gestión ágil de proyectos (o ágil, si se prefiere), dentro de lo que es la gestión híbrida de proyectos. Es un enfoque que abarca múltiples iteraciones hacia la finalización de un proyecto, y se utiliza con mayor frecuencia en el desarrollo de software.
Una de las grandes ventajas de la gestión ágil de proyectos es precisamente que se adapta a cada paso (o iteración). La gran ventaja de esto es que puede capitalizarlo a lo largo de todo el proceso (o ciclo de vida del producto) y no sólo al final.
Los métodos ágiles se encuentran con los métodos tradicionales a través de la gestión híbrida de proyectos, en la que la definición inicial se une entre el objetivo y la visión. Es decir, si los métodos tradicionales persiguen algo más medible y tienen una estructura orientada al inicio, los métodos ágiles (o ágiles, vamos), tienden a buscar una visión más amplia de la realidad, buscando una adaptación constante durante el proyecto a la vez que añaden valencias al mismo. En otras palabras, la meta también es un punto de llegada, pero puede variar, dando, en cierto modo, la razón a los que dicen que lo importante no es el destino, sino el viaje.
De hecho, es con esta flexibilidad en mente que se han creado otros métodos a partir de la filosofía Agile que se incluyen en la gestión híbrida de proyectos, como Wagile o Agifall, que detallamos a continuación.
Aproximaciones a Wagile y Agifall
Teniendo en cuenta la filosofía Agile, los enfoques Wagile y Agifall se incluyen a su vez en la gestión híbrida de proyectos, al ser una combinación de métodos Agile y Waterfall. Sin embargo, este segundo método tiene un enfoque en el que existe una progresión lineal desde el principio hasta el final del proyecto. Se diferencia del método ágil en este sentido, ya que exige que se complete cada paso antes de poder iniciar el siguiente. La flexibilidad del método ágil permite (e incluso anima) al equipo a trabajar en una amplia gama de fases del proyecto.
Pero, ¿por qué fusionar ambos métodos? Hay varias razones para ello. Una de ellas es la transición de uno a otro. En otras palabras, para evitar cortes bruscos, existe una flexibilidad que permite utilizar ambos enfoques. También puede darse el caso de que haya varios equipos trabajando en el mismo proyecto con diferentes metodologías, lo que requiere la adaptabilidad típica de los proyectos híbridos.
Scrum
El enfoque Scrum también tiene algo de la filosofía Agile, tan presente en la gestión híbrida de proyectos. De hecho, está influenciado por este mismo método, ya que incluye varias iteraciones que reportan beneficios a la empresa durante el mismo y no sólo al final. De hecho, las principales características de la metodología Scrum son su adaptabilidad y flexibilidad… a pesar de que se remonta a la década de 1980. XXI. Después de todo, fue entonces cuando comenzó a desarrollarse en el trabajo de Hirotaka Takeuchi e Ikujiro Nonaka en el artículo El juego del desarrollo de nuevos productosSe analiza cómo Honda o Cannon han conseguido sacar provecho del desarrollo de productos adoptando un enfoque escalable y centrándose en la importancia de incluir al equipo en las decisiones.
Pero, en cualquier caso, ¿qué es el enfoque Scrum? Es una evolución de la filosofía ágil y está presente sobre todo en el desarrollo de software. Su ejecución se define en bloques cortos y periódicos, llamados Sprints, que oscilan entre 2 y 4 semanas.
Como destacan Takeuchi y Nonaka, es fácilmente escalable y tiene la flexibilidad deseada en la gestión de proyectos híbridos.
Asana es una plataforma adecuada para aplicar esta u otras filosofías.